Saben tocar algunas teclas que les hacen populares y muy visibles. Comentan los temas de actualidad y saben qué les gusta a sus compañeros, y por supuesto a los jefes. Tejen una red de comunicación y contactos eficaz que les convierte en influencer, frente a los que sólo se dedican a trabajar y no son tan visibles.
Son los empleados sociables, un tipo de oficina que, a pesar de que corre el riesgo de parecer falso y pelota, resulta cada vez más valorado en muchas organizaciones. Sobre todo porque hacer bien tu trabajo es condición necesaria, pero no suficiente, para promocionar de forma rápida.
Andrés Pérez, consultor en posicionamiento personal, afirma que «ya no vale sólo con hacer bien las cosas. También hay que divulgarlo y la mejor forma de hacerlo es convirtiéndote en la persona a la que todos conocen».
Las organizaciones no pueden desdeñar a aquellos influencer que no son tan visibles y deben entender que es necesario que existan también estos profesionales que toman decisiones importantes estando más ocultos. Hay compañías que tienen este modelo estructurado y bien organizado, pero en general hay que motivar y reconocer a este tipo de profesionales. Si no se hace, terminarán yéndose.
El don de hacer amigos:
En todo caso, tener amigos en el trabajo es un factor estratégico que impulsa la productividad y sienta las bases de algo tan importante como la felicidad laboral, y parece claro que socializar en la empresa repercute en el compromiso y en la eficacia.
Nunca prosperarás en tu puesto si no tienes amigos en la oficina. Más aún… Se trata de tejer una red de relaciones que permitan tomar mejores decisiones, estar informado y contar con un apoyo cuando se necesita.
Cuanto más extensa sea esa red de amigos dentro de la empresa, mayor será el área de influencia y más fácil resultará tener acceso a proyectos e información.
En esto son expertos los empleados sociables, una nueva clase de influencer que saben cómo establecer un contacto fructífero en todos los niveles de la organización; que conocen los asuntos personales de casi todo el mundo y usan ese conocimiento para generar sintonía y confianza.
Líderes dinamizadores:
Andrés Pérez recuerda que estos empleados sociables «no son los típicos graciosos. Saben rápidamente quién es quién e intuyen lo que deben decir». Pérez destaca que estos influencer no son meros espectadores, sino que participan: felicitan los cumpleaños, se preocupan de la enfermedad del hijo del compañero, o brindan informaciones más o menos valiosas a los jefes. El experto explica que «antes eso se hacía en la máquina de café, en la hora de la comida o los viernes al irse de cañas con los compañeros del trabajo. Hoy se puede hacer desde el móvil, y aunque se esté viajando cuatro días a la semana».
Ovidio Peñalver, socio director de una consultora de RRHH, coincide en que se trata de líderes informales en las organizaciones con un alto impacto en los demás. «Son conectores; dinamizan los grupos y tienen una alta inteligencia emocional y social. Son los que abren el WhatsApp colectivo o un grupo de correo; los relaciones públicas de unos y otros… Hay culturas corporativas que premian la visibilidad, y este tipo de profesionales están muy bien vistos».
Si además no son críticos, sobrevivirán mejor a un ERE o a cualquier recorte. Comparados con los que «sólo» tienen buen rendimiento llevan las de ganar.
Cohesión y relevancia:
Peñalver añade que en los roles de un equipo ha de haber al menos un cohesionador, que es como el aceite que lubrica el motor, y Andrés Pérez coincide en que este empleado sociable «es una especie de lubricante o de catalizador que consigue que las cosas se aceleren. Al tener información de sitios diversos y más contactos a todos los niveles puede convertirse en un conseguidor, y eso le convierte en alguien relevante. No sería valioso si no aportase algo, y su valor reside en la capacidad de generar afinidad y credibilidad con diferentes niveles de la organización y de transformarse en un conector por el que circula la información. En cierto modo sería una especie de experto o mensajero dentro de la empresa, porque es capaz de recopilar, seleccionar, ordenar y transmitir información útil a nodos en todos los niveles».
Pérez recuerda que el empleado sociable puede tener una influencia mayor que la que le corresponde por su posición en el organigrama: «Al conocer las necesidades, las debilidades y el carácter de mucha gente es capaz de influir en su comportamiento de una manera más directa que los que ocupan puestos superiores y, teóricamente, con más poder pero que no tienen los canales de comunicación tan abiertos»
Un ‘tipo’ laboral muy cotizado:
– Un reciente estudio de Wharton School (Universidad de Pennsylvania) revela que las redes ricas en información que se construyen con el uso de los medios sociales son productivas y a la vez otorgan altos niveles de seguridad laboral.
– Lynn Wu, profesora de Wharton y responsable de la investigación, analizó durante dos años las comunicaciones electrónicas, mensajes instantáneos y programación de tareas y calendarios de 8.037 empleados de una consultora de tecnología de la información. Clasificó las comunicaciones en categorías, y una de ellas pertenece a los ‘empleados sociales’: Se caracteriza por las conversaciones sobre comidas, deportes y otros temas ‘atractivos’. Wu comprobó que esos ‘empleados sociales’ conservaban mejor sus empleos.
– Grandes compañías como Procter & Gamble o Cisco Systems mantienen programas de búsqueda de ‘influencers’, profesionales bien conectados que gozan de un alto nivel de confianza entre sus colegas.
– Empresas como Salesforce.com Inc. mantienen una especie de Facebook corporativo para identificar a sus ‘influencers’. Por medio de algoritmos analizan datos como cuántos seguidores tiene cada empleado, cuántos posts publican sobre su trabajo y qué tipo de respuestas genera su actividad social.
Vía:Expansion.com
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