Si usted es de los directivos que aún no controla la ira, el enfado o u otras emociones negativas hacia usted mismo o en las relaciones con los demás, o si se reconoce como un mando intermedio incapaz de gestionar la presión que recibe desde la dirección y las bases de su empresa, aproveche los días de descanso estival para hacer un verdadero ejercicio de introspección. «Solo desde la observación y al autoconocimiento, el directivo podrá equilibrar los planos racional y emocional y adquirir control de sus emociones», apunta José Manuel Sánchez, socio director del Centro de Estudios del Coaching (CEC).
Y es que tal vez le sorprenda saber que aunque uno ejerza un modelo de liderazgo basado en el análisis y datos objetivos y acudas a las reuniones con las cifras e informes perfectamente cuadrados bajo el brazo, el 90% de las decisiones que tomará serán, aunque racionales, inconscientes y sujetas a emociones, según los estudios del profesor y experto en Neuroeconomía de la Universidad de Minnesota Aldo Rustichini. Por ello, si acudimos a una negociación cargados de rencor, molestia o indignación, no llegaremos a ningún acuerdo. «Antes de un encuentro importante conviene adaptar nuestro estado de ánimo. Un directivo ha de ser consciente en todo momento de sus emociones y gestionarlas en coherencia con su razón», asegura Sánchez.
Algo en lo que está de acuerdo el subdirector de Experiencia del Empleado de Gas Natural Fenosa, Javier Vega. «La gestión de las emociones es fundamental», afirma. «Un directivo solo racional podrá conseguir sus objetivos, pero probablemente a costa de no dejar satisfechos a sus colaboradores». Las investigaciones en neurociencia, de hecho, son cada vez más rotundas al afirmar que el cerebro tiene una inevitable función emocional y, como consecuencia, las emociones están en la base de la toma de decisiones. «Cuando una reunión, que se ha preparado a conciencia, fracasa, se debe a su errónea gestión emocional», sentencia José Manuel Sánchez.
Así los caminos más habituales en la toma de decisiones dentro de las empresas, se trazan desde lo que sentimos. El buen líder no es aquel que permanece con la cabeza fría mientras el resto entra en pánico, sino la persona que siente como los demás, es consciente de sus emociones, las gestiona y toma las decisiones correctas. «Si pienso que debo invertir en Bolsa porque «hay una tendencia alcista», eso es una decisión emocional a partir de unos datos (racionales) que me sirven como indicadores», continúa José Manuel Sánchez. Y es que todas las decisiones son primero emocionales. Crear una empresa, arrancar un proyecto o montar un equipo de trabajo no sería posible sin un impulso emocional que ponga en marcha esos proyectos.
Esta nueva disciplina, la neuroeconomía, trata de explicar por qué tomamos unas decisiones y no otras influidos por nuestras emociones. Por ello, entrenar a nuestro cerebro, nos permitirá reconducir emociones negativas que condicionan nuestra habilidad negociadora. «El tiempo del líder que se impone desde el poder, exprime, abusa, falta al respeto y hace gala de sus malos modos, ha terminado», sentencia Juanma Romero, experto en Magnetismo Personal. La humanidad es el nuevo input que además exigen las nuevas generaciones, losmillennials«. Una generación de la que el 50% prefiere, según la web Mediapost, no tener empleo a estar en un trabajo que odien».
Practicar la atención plena, el famoso Age Quod Agis (haz lo que haces) que ya difundían los romanos, es según los expertos uno de los grandes aliados para que no nos traicionen las emociones, «un directivo ha de tomar decisiones inteligentes para su empresa», asevera el profesor de la IE Business School, Jorge Urrea, «y para ello ha de entrenar los sentidos en el aquí y el ahora, es decir, concentrar toda la atención en lo que está ocurriendo en ese momento». Y añade «los ejecutivos han de integrar el plano espiritual a su gestión, liderar desde la pasión y sentido de misión, motivar de manera profunda y apoyarse en valores superiores como la confianza en su equipo para no tener que supervisar los 500 correos electrónicos diarios en copia».
Así, controlar y manejar las emociones es el nuevo must del directivo global. Este habrá de entrenarse a fondo para evitar que un gesto, una mirada a destiempo o una palabra pronunciada más fuerte jueguen una mala pasada en su gestión, porque como asegura la jefa de prensa de Alejandro Sanz, Ami Bondía, «el 70% del éxito de un mensaje reside en cómo se dice y no tanto en el contenido del mismo».
Pero además, si se considera un ejecutivo predominantemente lógico, tendrá que ser capaz de exprimir su plano emocional en pro de ofrecer la mayor pasión e ingenio a su puesto. «No es fácil ser emocional y racional al mismo tiempo», asegura la profesora de Business Strategy, de la Universidad Schiller, Joan Fulton. Es curioso que para fichar talento, las empresas demandan formación, idiomas, vocación internacional…, pero es el perfil emocional el que da valor al trabajo y es lo que hace a un candidato más interesante que otro».
Para María José Sobrinos, directora de RR HH y Diversidad de Accenture, los directivos han de trabajar en el ejercicio de mantener un perfecto equilibrio entre los planos emocional y racional. «Buscamos perfiles mixtos en función del rol que desarrolle. Una posición de analytics o big data tiene mucho de racional, pero la faceta emocional aporta un plus de innovación y creatividad enormemente valorado. En los roles donde tradicionalmente el componente emocional es diferencial (marketing digital, experiencia de clientes…) es necesaria la racionalidad para que sean puestos viables».
Emilio Pascual, de Banco Sabadell, apunta que «el mercado demanda directivos emocionales-pragmáticos, que lideren desde la convicción», la jefa de prensa de Alejandro Sanz, concluye que la clave del éxito reside en el equilibrio entre razón y corazón «trabajar con artistas es una prueba de fuego constante en la que has de agudizar tu gestión emocional. El conocimiento técnico es importantísimo, pero de nada vale si en el trato no controlas tus emociones, porque la presión que viven, los viajes constantes, su deber con el público y su extrema sensibilidad, les convierten en personas muy especiales».
Byelpais
Sobre el autor